explicado a la pareja. Finalmente, él es el responsable delante de Dios de acceder o no a realizar la ceremonia. Como se mencionó antes, se debe señalar con claridad que ningún pastor puede calificar a un creyente y a un no creyente para unirse en matrimonio. Hacerlo es cometer un severo acto de desobediencia por parte del creyente.6 Parece haber gran diversidad de criterios entre los evangélicos respecto a la cuestión de casar a dos no creyentes, así como hay unidad respecto a la unión de dos creyentes.
Pages 83–84